El triunfo de Roca en Santa Rosa, en 1874.
El 7 de diciembre de 1874, el coronel Julio Argentino Roca derrotó, en la batalla de Santa Rosa al ejército del general José Miguel Arredondo. La victoria valió al jefe tucumano el generalato, ya que con ella se sofocaba el alzamiento de Buenos Aires contra la autoridad nacional. Su amigo Eduardo Wilde le escribió una sugestiva y profética carta de felicitación.
“Esta gran figura que se levanta después de la batalla de Santa Rosa, que se llama Julio Roca; este táctico nuevo que concibe y ejecuta un plan con tanta habilidad y exactitud”, necesita que “una palabra amiga llegue a su oído para decirle: no te dejes marear”, escribía Wilde.
Esto, añadía, porque “tú, en posesión de ti mismo, puedes dar un batalla de Santa Rosa día de por medio y otra mejor que esa, una vez por semana. La mayor parte de los hombres políticos se esterilizan por apresuramiento”, y “me parece que tu estás predestinado a ser árbitro de tres cuartos de la República, por lo menos. Para que lo seas en realidad, se necesitas que te hagas el zonzo, que te rías, que hables necedades a veces (para nada se necesita más talento que para decir una tontera a tiempo) y sobre todo que no te dejes nombrar ministro ni administrador de cosa alguna”, porque eso hará “que lluevan sobre ti el descrédito y las injurias”.
Le recomendaba: “Tente en tus trece hasta dentro de unos cuantos años, que ya vendrá el tiempo en que, con huesos duros y mayor experiencia de la que se necesita para robar gallinas, puedas acomodarle un garrotazo tras de la oreja a la política y convertirte en el hombre más útil del país”. Prometía que “te ayudaré a gobernar haciendo sofismas sobre tus errores, para hacerlos pasar por actos meritorios”.