Imagen destacada
LA CALLE ALBERDI. A comienzos del siglo XX era una de las pavimentadas con adoquines.

El inconveniente que se planteó en 1907


Corría 1903 cuando una cantidad importante de calles de San Miguel de Tucumán fue pavimentada con adoquines de madera. Una nota del diario “El Orden”, de agosto de 1907, permite esclarecer el malogrado destino que acompañó a esa importante y costosa obra pública.

Decía el diario que el aspecto de las calles adoquinadas “no podía ser más hermoso y ha sorprendido mucho a los forasteros que nos han visitado; al punto de que no ha faltado quien haya dicho que nuestras calles presentan un golpe de vista más bello que las de Buenos Aires, y son más cómodas para el público, por la pulidez y suavidad de su pavimentación”.

Pero eso era el pasado. Ahora, “hace cuatro años que se comenzó a pavimentar con madera las calles, y ya los adoquines, en gran parte, están inservibles, pues se han podrido, como lo hemos podido comprobar con motivo de las composturas que se están haciendo en algunas partes”. Para “El Orden”, la cuestión era clara. “Se necesita, en consecuencia, una renovación completa de los adoquines cada cuatro años, y esto es tan oneroso que no puede aceptarse bajo ningún concepto”.

El defecto “no proviene de la construcción de la obra, ni de la clase de material empleado, sino de las condiciones mismas del clima de la ciudad; es decir, de la humedad, a la que no resiste la madera elegida para la pavimentación, por otra parte la única de la que podía esperarse buenos resultados”. Demostrado esto, proponía que se hiciera un estudio de los varios sistemas de pavimentación “hoy en uso en otras ciudades”, para establecer cuál era adecuado para Tucumán. Le parecía conveniente el granito, “ya que este material puede conseguirse en la misma provincia”.