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DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO. El más antiguo retrato del prócer, pintado por Benjamín F. Rawson en 1845, el año del "Facundo" LA GACETA / ARCHIVO

Sarmiento con el amigo tucumano Posse.


Entre los escritos de Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) que compilan sus “Obras completas” hay uno titulado “Episodios de la cordillera”. Se vincula con Tucumán, porque en él figura el tucumano José Posse, íntimo amigo del prócer.

Cuenta Sarmiento que cuando regresaba a Chile por la cordillera, acompañado por Posse y Martínez, se constituyó en guía de esa travesía entre peñascos y nieve. Para entretenerse, narra, “cuando encontrábamos un descenso a guisa de montaña rusa, yo me sentaba sobre la nieve y apoyado en el báculo, daba impulso al cuerpo, que se deslizaba con deliciosa rapidez, hasta varar en la llanura o plano inferior”.

Andando, llegaron a un plano inclinado que Sarmiento calculó que pertenecía a la Cuesta de los Caracoles. “Ya se estaba acomodando José Posse en la postura requerida para intentar la aventura, cuando le di un grito para detenerlo, mientras me entregaba a ciertos experimentos que me permitieran apreciar el declive que la brillante blancura podía disfrazar”.

Amasó una bola de nieve, que rodó velozmente cuesta abajo. Tiró el bastón y luego su pañuelo de seda, y ocurrió lo mismo. “¡Retírense, que es un abismo!”, gritó. Luego, tomaron otra dirección, “y cayendo y levantando por lugares ásperos y con puntas de rocas visibles, llegamos a los planos, estropeados pies y manos y fatigados de muerte, por lo que nos tendimos largo a largo sobre el muelle colchón que la naturaleza ofrecía a nuestros miembros fatigados. Acertábamos a quedar frente a frente y en línea perpendicular, debajo de la cumbre de donde habíamos huido de descender”.