Certeros juicios del tucumano Avellaneda.
En su estudio sobre el Congreso de 1816, el tucumano Nicolás Avellaneda asentó certeras observaciones sobre la historia y la biografía. Decía, en 1864, que “la historia argentina no ha sido aún escrita” y que nuestros autores, arrastrados por las turbulencias políticas, “no han podido dedicar a su estudio sino días fugitivos, o las últimas horas de una existencia fatigada”.
Así, “en la imposibilidad de acometer la gran empresa, han escrito entonces biografías, narrando los hechos históricos para mostrar en su desenvolvimiento la influencia decisiva de sus personajes, levantados a alturas fantásticas por la pasión siempre creciente del escritor”. Rasgo clave del género es que “se apasiona por su héroe”.
“La historia suplantada por la biografía, el detalle íntimo, la impresión individual subordinando a su capricho los hechos históricos, el gran conjunto del movimiento social que desaparece, el individuo que abarca la escena: he ahí el origen de aquellas extrañas opiniones que han contribuido al desenvolvimiento gradual de la Revolución, haciendo desaparecer al pueblo para enaltecer a sus prohombres, y presentarlos como los únicos actores en el gran teatro de nuestra historia”.
Afirmaba: “nosotros creemos que tales opiniones no son sino verdaderas perturbaciones de juicio; porque jamás alcanzaremos a comprender cómo la historia de un pueblo, con sus guerras externas y sus revoluciones sociales, pueda ir a perderse oscura en la vida de un grupo de hombres; y cómo este drama de la vida libre con sus cien mil voces, con su escenario abierto a todos los intereses, a todas las ideas, a todas las pasiones, vaya a abismarse en un monólogo”.