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MANUEL BELGRANO. El jefe del Ejército del Norte en una miniatura de Boichard, ejecutada en París en 1815.

Trato de “Excelencia” y asuntos de Santiago.


Reunido el 31 de agosto de 1816, el Congreso procedió a arreglar detalles de lo tratado en las sesiones secretas anteriores. Luego, pasó a considerar una disposición del general Manuel Belgrano. Éste había fijado un cartel, en la puerta de su casa, previniendo que “no le diesen el tratamiento de Excelencia, que no aceptaría hasta que le fuese declarado por la superioridad”. Discutido el asunto, se acordó contestarle “que no rehusase dicho tratamiento, como anexo a la investidura y plenitud de facultades de Capitán General de la Provincia”.

Respecto de Belgrano, cabe agregar que, en la sesión secreta del 29, este jefe había expresado “sus recelos sobre la situación peligrosa del pueblo de Santiago del Estero”. Tras leer las cartas que acompañaba, se resolvió responderle que nombrase un jefe militar en Santiago. Este debía entender “únicamente en las causas de Policía, Hacienda y Guerra, sujeto estrictamente al Código de Intendentes”. En cuanto a las causas de Justicia, debía dejarlas a los Jueces ordinarios, “aplicando, sobre todo, su celo a sofocar el funesto germen de discordia y espíritu de partido, que se temía llegase a producir una explosión violenta”. De esto se daría cuenta al Director. El diputado por Santiago, Pedro León Gallo, opinó que ni el general, ni el Director Supremo, debían proceder a ese nombramiento, “hasta que no se sancionara el artículo del Estatuto que habla sobre este particular”, y salvó su voto en este sentido. Además, se acordó prevenir al Director que tomara precauciones sobre “el extranjero Jean Adam Graaner”, cuya conducta “no parece del todo inocente”. Esto mismo se encargaría al gobernador de Mendoza, “donde se halla en la actualidad dicho extranjero”.