Recuerdo y anécdota de su ex alumno Fierro.
En algún momento de los años 1960, desapareció el pasaje Liberani de nuestra nomenclatura de calles. Constituyó un desacierto y una injusticia. El profesor Inocencio Liberani (1849-1921) fue una figura muy distinguida de la cultura de Tucumán. Catedrático del Nacional y la Normal, y destacado estudioso de las ciencias naturales, realizó, con Rafael Hernández, la célebre excursión arqueológica a Loma Rica.
José R. Fierro elogió su acción docente. Afirmaba que “de sus alumnos, que suman millares, no había uno solo que no recuerde, hasta con alegría, las lecciones de Liberani”. Opinaba que, “como profesor de Historia Natural, fue verdaderamente un sabio”. Daba sus clases con tanto entusiasmo, “que hacía ‘entrar’ la enseñanza, y de tal modo, que he oído contar, a médicos muy distinguidos, lo difícil que les resultó quitarse de la mente algún error enseñado por Liberani”, en su afán por difundir la ciencia.
Arrimaba una anécdota. Liberani ejecutaba excelentes dibujos de los órganos del cuerpo humano y regaló uno de ellos a un colega. Este lo obsequió a su novia, y ella lo colgó en la sala. El dibujo representaba el aparato digestivo, pero estuvo colgado poco tiempo, “pues la dedicatoria estaba situada en mal sitio y las maliciosas miradas de los visitantes ofendieron el candor de la obsequiada”.
Agregaba Fierro que en “no fue la ciencia del profesor, sino su habilidad exquisita; su fe entusiasta; sus admirables recursos para ilustrar la enseñanza y aclarar las dudas; su paciencia para repetir y su perfecta caballerosidad, las cualidades toda que formaron altar en el corazón”. Todos sus discípulos “hemos cultivado el respeto al sabio profesor”. Destacaba además aquella expedición arqueológica que “hizo época”, y fue comentada honrosamente por Nicolás Avellaneda y toda la prensa del país.