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DELFÍN GALLO. El destacado político tucumano en un retrato de “El Sudamericano”.

A los juicios de Sarmiento sobre Gutiérrez.


En “El Nacional”, Domingo Faustino Sarmiento quiso evocar la gobernación del general Celedonio Gutiérrez en Tucumán, con duros epítetos. El joven tucumano Delfín Gallo (1845-1889) le salió al paso, en una carta sin fecha, probablemente del comienzo de los años 1880.

Apuntaba que ese gobierno “fue tal vez el único, durante la larga tiranía de Rosas, que hiciera soportables las condiciones de vida. Nada más natural, entonces, que ver a los elementos cultos de aquella sociedad, a los hombres que con (Marco) Avellaneda se habían sacrificado, reconciliarse y prestar su concurso moral a una situación que siquiera les garantía la existencia, la propiedad, la seguridad y el honor de las familias”.

Si haber colaborado con Gutiérrez, decía, “era una razón para vilipendiar la memoria de esos hombres”, debía incluir entre ellos a personalidades como su ex ministro del Interior, doctor Uladislao Frías, o su amigo José Posse, participantes de aquella gestión. “Soy joven todavía”, añadía, y ”no me considero autorizado a dirigirle un consejo, pero no puedo tampoco ocultar mis impresiones. Es usted una gloria nacional, pero la historia ha de tener dificultad en encontrar las luces necesarias para iluminar su retrato. El genio se impone al recuerdo de la posteridad, pero sólo la elevación y la nobleza del carácter son títulos para perpetuarse en los corazones”.

Terminaba: “Washington es la figura más colosal del mundo moderno, precisamente porque supo ligar las virtudes privadas a sus grandes calidades de patriota, y porque jamás, aún en los momentos más aciagos, se escapó de sus labios el eco de la calumnia, de la injuria o de la diatriba”.