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TEÓFILO CASTILLO. En 1883 pintó su autorretrato sobre una paleta. LA GACETA/ ARCHIVO.

Apreciaciones del pintor Castillo en 1921


Muy pocos años alcanzó a vivir entre nosotros el gran pintor peruano Teófilo Castillo (1857-1922). Por eso, su producción tucumana en pinturas y dibujos fue escasa. En el suplemento de Navidad de nuestro diario, en 1921, ofreció una serie de bocetos a pluma de edificios de la ciudad. Los acompañaba con un vivaz artículo titulado “Apuntes tucumanos”.

Después de exaltar las bellezas de esta capital y de deplorar su indiferencia respecto del patrimonio histórico, decía que “para un dibujante algo experto, hay en Tucumán campo amplio donde lograr abundante información gráfica”. Así lo testimoniaban, decía, las “maravillas” en fotografía logradas por (Luis) Posse, (Manuel) Valdez del Pino y Domingo V. Aráoz. Afirmaba que, sin salir de los límites urbanos, podían obtenerse “dibujos interesantes para los rotativos locales”.

Comentaba las ilustraciones de su artículo. “He aquí algunas de esas notas de mis vagares tucumanos. Lástima que en ellas falte el color. Y a la verdad que el valor y belleza de ciertos efectos, verbigracia los púrpuras violentos del seibo o los lilas aristocráticos del tarco, sólo pueden interpretarse fielmente auxiliándose con el empleo del color”.

Añadía que en la calle 25 de Mayo entre Córdoba y San Juan, “en una casita modesta, es donde he encontrado la nota más feliz de Tucumán. Desgraciadamente, el dibujo aquí inserto del sitio carece del prestigio policromo de los rubíes y naranjas opulentos, de los azules brillantes, de los grises vaporosos que presenta el natural. Hay que conformarse con las simples líneas, hechas ‘ad hoc’ para LA GACETA”, terminaba el artículo de Castillo.