Terán y un concepto presidencial de 1922.
En 1922, el doctor Marcelo T. de Alvear asumía la presidencia de la República. Desde Tucumán, el rector de la UNT, doctor Juan B. Terán, publicó una nota donde recortaba cierta “declaración incidental, pero enérgica” en el programa del nuevo presidente. Este había dicho que “si nos empeñamos en desenvolver esa acción impulsora, educativa, única posible en el Estado, la Nación misma habrá labrado su propia grandeza”.
A Terán, esto de “la acción educativa, única posible en el Estado”, se le presenta como un concepto “en cierto modo revolucionario”. No es habitual en el país: menos, al haberse acentuado el concepto de un “Estado Providencia”, del que todo se espera y del que surge, como único resultado, el mantenimiento de una invasora tendencia burocrática.
Para Terán, las palabras de Alvear implicaban una fuerte “rectificación de ruta” y un “concepto sano de la función pública”. Porque “la función esencial del Estado es la educación: he ahí una orientación moderna, propia para criar una vida democrática sana y fuerte, desde que es su base la libre determinación del elector” y de su independencia personal. Quedaba sustituida así “la absorción, el secuestro o cohecho del elector por la prebenda gustada del presupuesto o la esperanza de obtenerla”.
Pensaba que se estimulaba un despertar de la actividad privada. Daría a la gente “la noción de que al Estado no hay derecho de pedir puestos sino pedir educación, en su más amplio sentido”. Es decir, que “señale caminos útiles, fecundos para la vida, desenvolviendo aptitudes técnicas para labrar la base material de la vida” y rodearla “de los recursos que contribuyen a hacerla más sana, más alta y más bella”.