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LAS HERAS (HOY SAN MARTÍN) AL 400. En la primera década del siglo XX se aprecian las mesas de café en la vereda. Allí se desarrollaban las charlas que condenó Groussac. LA GACETA / ARCHIVO

Alfredo Coviello coincidía con Groussac.


Alfredo Coviello (1898-1944) y Ernesto Padilla (1873-1951) intercambiaron asidua correspondencia sobre los propósitos de crecimiento cultural de Tucumán que animaban a ambos. En una carta del 5 de enero de 1940, Coviello le decía: “me viene a colación el consejo de Groussac, que usted recuerda en una de sus cartas, respecto de las reuniones y charlas en el Club Social”. Groussac las juzgaba nocivas para la tarea intelectual.

“Coincido con su juicio totalmente”, apuntaba Coviello. “Siempre fui reacio a ellas. En algún tiempo me agradaban las ‘charlas de café’, como es común a los jóvenes que buscan el ‘ambiente’ para la confidencia literaria; pero en general he creído que para trabajar conviene levantarse temprano, lo que implica no acostarse tarde ni disipar muchas energías en estériles entretenimientos”.

Apuntaba que, durante la ceremonia principal de las bodas de plata de la UNT, “alguien recordaba que Juan B. Terán decía: ‘más vale levantarse temprano que leer a Shakespeare’. Según los hábitos que profeso y la concepción de la vida diaria que he elegido, a aquella frase la convertiría en: ‘levantarse temprano y leer a Shakespeare’. Pareciera para muchos que esto es una contradicción irreductible. Mas creo que, cuando se es joven, la ejercitación de la disciplina y de la vida organizada, proporciona numerosos motivos para poner a prueba la voluntad y el espíritu de ejecución”.

Le informaba que el Grupo “Septentrión”, que había fundado y presidía en la Sarmiento, cultivaba por cierto el contacto personal.

“Pero evitando las prácticas nocivas, como las reuniones de carácter negativo. Inútil es reunirse cuando no hay motivos para ello”, remarcaba.