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RUDIMENTARIA MEDICINA. Página de uno de los tratados que consultaban los médicos en los años de la colonia. LA GACETA / ARCHIVO

Una suscripción vecinal para pagarle.


En la actualidad, la matrícula profesional de médicos en Tucumán está densamente poblada. No fue así siempre. En los tiempos de la Colonia y hasta después de la Organización Nacional, los facultativos eran muy escasos.

En el Cabildo de esta ciudad del 17 de febrero de 1823, el alcalde de Primer Voto planteó, dice el acta, “la necesidad en que se halla el pueblo de conservar un Médico Titular para la asistencia de los pobres enfermos, como antes lo había”. Asimismo, debía tener quien lo sustituya en sus ausencias, y “destinar un día a la semana a la vacuna”. Esto hacía necesario restablecer el nombramiento de ese facultativo.

Como el impuesto destinado a tales rubros, llamado “de propios”, mostraba “escasez y deficiencia de fondos”, proponía que “se haga una suscripción de vecinos, que sufraguen una cuota voluntaria, con respecto a la curación de sus personas y familias”. De esa manera, se podría afrontar “la perpetua residencia del médico y su natural subsistencia en este pueblo”.

Se acordó que el regidor José Mur quedaba encargado de recoger los importes de la suscripción, “de cuyo resultado deberá dar cuenta oportunamente”. Mur debía prevenir a los vecinos “que su contribución deberá ser en el primero de cada mes”.

Para desempeñarse como médico titular, la corporación elegía “al Físico don Manuel Berdia”, por el término de seis años. Se lo designaba, por hallarse el Cabildo “bien persuadido de sus conocimientos y constante celo y contracción a los intereses que se encargan a su cuidado”. En cuanto al sueldo, se lo fijaría en una próxima reunión de los capitulares.