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ANTIGUO MATE. Una de las piezas de plata que conserva el Museo Histórico "Presidente Avellaneda". LA GACETA / ARCHIVO

Juventud porteña de Juan Bautista Alberdi.


Es conocido que en su época de estudiante en Buenos Aires, el tucumano Juan Bautista Alberdi (1810-1884) practicaba una activa vida social, donde lo destacaban su charla chispeante y sus dotes de compositor y ejecutante del piano y de la flauta.

En las amenas crónicas de “Tradiciones y recuerdos de Buenos Aires” (1934), Manuel Bilbao cuenta que Alberdi se reunía, en la quinta de Castro, sobre las barrancas de Olivos, con amigos que tenían la misma afición: como el guitarrista Nicanor Albarellos o el flautista Juan Peña. Las familias Videla, Castex, Gutiérrez, Pacheco, Martínez, Riera y otras, asistían gustosas a esas reuniones amenizadas por la música.

Los excursionistas rumbo a la quinta de Castro -o a las de Pueyrredón, Álzaga, Del Sar, Costa y otras del camino- se trasladaban a caballo, en coches y en carretas. Tales viajes “no sólo tenían el atractivo de la compañía de los paseantes, sino también los encantos del camino, con sus lomas y pintorescas vistas”, escribe Bilbao.

En el trayecto a San Isidro, cerca de la quinta de Pueyrredón, estaba la casa de una familia Morales, rodeada de grandes y copudos ombúes. Los excursionistas se detenían para descansar a su sombra y los dueños de casa, muy cordiales, se acercaban para ofrecerles agua fresca y un mate.

Pero sucedía que, si bien les traían agua, reanudaban el viaje luego sin que el mate anunciado llegase. Por eso se convirtió en adagio popular, decir “es como el mate de los Morales”, cuando se ofrecía algo y luego lo prometido demoraba demasiado, o no se cumplía nunca.