Bernabé Aráoz lo recibió con calidez.
Poco se sabe de la vida del neoyorquino J. Antonio King, quien en 1817, a los 14 años, llegó a nuestro país. Tras mucho deambular, se incorporó al ejército y fue actor o testigo de interesantes sucesos. Regresó a su tierra en 1841, y en 1846 publicó el libro de viajes, “Veinticuatro años en la República Argentina”, que en 1921 se editaría en castellano, traducido por nuestro doctor Juan Heller.
Tucumán estuvo entre los escenarios de las andanzas de King, en los tiempos de Bernabé Aráoz. Narra que este gobernador lo recibió con gran cordialidad. Corría el año 1821, y Aráoz se preparaba para enfrentarse en guerra con Martín Güemes, el gobernador de Salta. Cuenta que le dio “grandes demostraciones de bondad”. Y, “con los medios de que por entonces disponía, no perdí tiempo en procurarme un uniforme correspondiente a mi rango, e inmediatamente me encontré en la oportunidad de disfrutar de los placeres sociales”.
Era “la primera que se me presentó, en el periodo de seis años que había pasado hasta entonces en las repúblicas de Sud América. Pasábamos las tardes en la ‘tertulia de baile’ y en la ‘tertulia de conversación’ y participé del espíritu de sus placeres, con todo el entusiasmo y el gusto del que ha estado largamente privado de las consoladoras influencias de la vida civilizada”. Estuvo “rodeado de hermosura, gentileza y satisfacciones y, con los más distinguidos y ricos por compañeros, atravesé el torrente de la alegría con un sentimiento confuso de felicidad; y esperaba, por primera vez desde que había tomado las armas, con algo de descontento, el instante en que recibiría la orden de renovar la marcha”. Pronto Aráoz le daría oportunidad de secundarlo en sus acciones victoriosas contra Güemes.