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LOS GUTIÉRREZ. Desde la izquierda, el famoso Juan María y su hermano Juan Antonio, en un dibujo de Ernest Charton.

Juan Antonio estuvo en Tucumán en 1841


Entre los resueltos antirrosistas que acompañaron al general Juan Lavalle en su desdichada campaña a Tucumán y nuestra región, para sostener a la Liga del Norte, estaba el joven Juan Antonio Gutiérrez. Era un porteño nacido en 1813, cuatro años menor que su famoso hermano Juan María, literato y constituyente del 53.

Estuvo en las derrotas de los coaligados que empezaron en Quebracho Herrado. Hay una carta suya a Marco Avellaneda, fechada en Tucumán, en mayo de 1841. Conocemos un párrafo que publicó Juan B. Terán. “Así es el mundo: buscando la luz vive uno en las tinieblas; buscando la paz muere uno en la guerra; buscando la felicidad encuentra su desgracia”. Comenta Terán que esas melancólicas líneas “definen la suerte que le tocó a cada uno”.

Gutiérrez estuvo luego junto a Gregorio Aráoz de La Madrid, en el desastre final de la Liga, en Rodeo del Medio. Debió cruzar la cordillera con los derrotados y refugiarse en Chile. Estuvo en Valparaíso y pasó luego a Guayaquil. Logró instalar allí una próspera casa de comercio, pero le cayeron encima desgracias familiares y la infidelidad de un cajero. Después de Caseros, lo nombraron cónsul argentino y chileno en Guayaquil. Se enfrentó con el dictador Gabriel García Moreno, a quien enrostró la injusticia con que este hizo fusilar a su amigo Santiago Viola. Tras la incidencia, el gobierno ecuatoriano pidió a la Argentina que le retirase sus credenciales de cónsul.

Gutiérrez falleció rodeado de gran pobreza en Guayaquil, el 6 de diciembre de 1865. El historiador Benjamín Vicuña Mackenna, quien lo trató en sus buenos tiempos, afirmaría que “murió hundida su alma en el sepulcro por indecibles pesares”. La semblanza que le dedica Vicente Cutolo, apunta que “era de cutis tostado y mediana estatura, con modales desenvueltos y afables”.