Necesidad de investigación científica.
Es sabido que en paraje de Ibatín fue fundada y desarrolló su vida durante 120 años la primera San Miguel de Tucumán. Como es imaginable, al trasladarse la ciudad en 1685, todo lo que quedaba atrás fue desmantelado, para llevar la mayor cantidad de materiales utilizables al nuevo emplazamiento.
Y completaron el desmantelamiento los habitantes de la zona, que cargaron con cuanta madera, herraje, teja o ladrillo pudieron conseguir. Luego, los restos se irían cubriendo paulatinamente por metros de tierra, con el paso de los siglos, a la vez que crecía por todos los ámbitos un espeso bosque.
Pero el sector fue respetado, en el sentido de que sus propietarios nunca lo araron. De vez en cuando, las autoridades solían celebrar el aniversario de la fundación con un almuerzo en un claro del bosque. Consta que, en tiempos del gobierno de Ernesto Padilla (1913-17) se organizaron estas veladas.
Lo mismo ocurrió en 1936. Por iniciativa de Juan Alfonso Carrizo, se desmontó un tanto el predio y, el 31 de mayo, se colocó una cruz que marcaba el centro de la plaza. En 1944, la intervención federal a cargo interino de Adolfo Silenzi de Stagni, expropió (decreto del 24 de mayo) las 140 hectáreas que constituían el predio histórico. Desde entonces, Ibatín es propiedad de la Provincia.
Lamentablemente, en 1965 las topadoras entraron para dejar todo limpio y parejo, por el IV Centenario. Se ha afirmado que esto afectó seriamente la conservación de vestigios. A pesar de eso, se entiende que una excavación científica podría dar buenos resultados. Pero los convenios con organismos universitarios para ejecutarla no tuvieron continuidad.