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GUILLERMO BODENBENDER. Un industrial de Tucumán criticó su informe geológico sobre El Cadillal, en 1904. la gaceta / archivo

Un primer intento de construir El Cadillal


Es cosa sabida que el dique El Cadillal tuvo, desde 1904, un par de comienzos fallidos de construcción, y que recién en 1962 se encararía la obra definitiva, concluida en 1965. El primer proyecto fue obra del ingeniero Carlos Wauters, durante el gobierno de don Lucas Córdoba.

Pronto surgieron problemas respecto a la aptitud del suelo sobre el que se asentaría la presa. En el diario “El Orden”, el 17 de octubre de 1904, el industrial sueco radicado en Tucumán, Gustavo Whalberg, firmó una larga “carta abierta” sobre el tema. La dirigía al doctor Guillermo Bodenbender, toda una autoridad en esos temas, a quien Wauters había encargado un informe sobre la naturaleza de las rocas en la zona del embalse.

Bodenbender había afirmado que “el cerro que limita el cajón del Cadillal hacia el poniente se compone en su totalidad de pórfido”, y que éste “forma el macizo del todo el cerro al lado izquierdo del cajón”. El pórfido daría gran solidez a las excavaciones. Pero Whalberg replicaba que, en los más de treinta años que llevaba viviendo en Tucumán, había visto toda clase de rocas, pero “en ninguna parte algo que siquiera pudiera hacer sospechar la existencia de una maciza de pórfido de grandes dimensiones y en todas direcciones”, como decía el informe de Bodenbender. Inclusive, en los estudios previos a la construcción del ferrocarril Central Norte a Jujuy, se buscó con afán ese tipo de piedra, y no se la encontró.

Concluía Whalberg afirmando que “si no se encuentra el macizo de roca en El Cadillal, la obra del dique es imposible”. Le parecía absurda la afirmación de que el túnel del dique se perforaba “en roca viva de pórfido”. Hasta se había llegado a exhibir, en la vidriera de una joyería y como piedra preciosa, un fragmento de pórfido, bajo el rótulo “Roca del Cadillal”.