“Prestigiar la inteligencia”, proponía Terán.
“Tucumán necesita acentuar la acción de la inteligencia y del estudio, para poner un rayo de luz limpio y tranquilo en la oscura agitación de su vida material”, sostuvo el futuro fundador de la Universidad, doctor Juan B. Terán, al asumir la presidencia de la Sociedad Sarmiento, en 1906. Lo juzgaba como algo necesario, para proyectar el cuadro de la vida local “en una perspectiva más lejana y más pura, serenadora de las convulsivas pasiones que los menesteres ordinarios fomentan”.
“Prestigiemos entonces los títulos de la inteligencia”, proponía. “Hagamos penetrar, en la indolencia y la tristeza de nuestra raza, la idea de que nos consumimos de ignorancia y de sensuales añoranzas, sin ideales fuertes y espirituales; claudicantes entre los favores de la fortuna material, y las acritudes y renunciamientos sin remisión en la adversidad; inconscientes, en todo momento, de los beneficios del estudio practicado como un culto y amado como un ideal”.
Advertía Terán que “el estudio no sólo engendra la cualidad individual, poderosa y feliz, de la serenidad”. También, “promueve y difunde la virtud social de la tolerancia, que encuentra respetables todas las sinceridades y perdonables todos los errores, en un ambiente de filosofía desacerbada y clemente”. No debía olvidarse que “la ciencia aconseja la tolerancia”, y que “sólo quien ignora la equívoca historia de las verdades puede imponer una convicción en la punta de la espada inflexible de la intransigencia”.
Terán volvería a ser presidente de la Sociedad Sarmiento en otras tres oportunidades, hasta 1911.