Con ese objetivo se creó la Junta Municipal
Como es sabido, la Municipalidad de San Miguel de Tucumán se constituyó formalmente en 1868, y en 1883 se estructuró con un Departamento Ejecutivo y un Concejo Deliberante. Pero varios años antes hubo un embrión de organismo comunal, cuya competencia se limitaba al empedrado.
En efecto, el 23 de agosto de 1854, el gobernador José María del Campo resolvió instituir una “Junta Municipal permanente”, compuesta por “nueve vecinos respetables” de la ciudad. Sus atribuciones serían recolectar fondos “para el empedrado de las calles y veredas”; contratar los operarios que se necesitaran y vigilar la obra, y proponer al Gobierno “los arbitrios” para costearla. La Policía prestaría su apoyo a esta Junta, que tendría un presidente con mandato de un año cada vez.
La integraban los vecinos José Frías, Juan Manuel Terán, Nicasio Cainzo, Ruperto San Martín, Ambrosio Romero, Eugenio Chenaut, Rufino Cossio, Fernando de Zavalía y Melitón Rodríguez. El decreto disponía que el señor Frías sería el presidente para ese año.
Los largos considerandos del decreto tenían en cuenta que la capital de Tucumán, “pueblo ya numeroso, comercial y rico, ha carecido y carece hasta hoy de uno de los más esenciales establecimientos que constituyen a las ciudades propiamente dichas, cual es el empedrado de las calles, para el ornato público y facilidad del tráfico por ellas, no menos que para la salubridad y comodidad de sus habitantes”.
Además, el vecindario reclamaba desde tiempo atrás una resolución del Gobierno, “que armonice con aquella pública necesidad, todos los días más ejecutiva y vital”, tanto “para evitar el polvo ominoso del invierno”, como “para desecar los intransitables pantanos del verano”.