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GAUCHOS TUCUMANOS. Una acuarela de Emeric Essex Vidal los representó en la segunda década del siglo XIX

Tucumán, según el historiador Bernardo Frías


En su “Historia del General Martín Güemes”, Bernardo Frías traza un cuadro de la provincia de Tucumán en tiempos de la guerra de la Independencia. Apunta que si bien su comercio “era pobre”, su ubicación “en la línea de conjunción entre el camino llano de las pampas argentinas y el montañoso del Perú”, convertía a Tucumán en “un centro entre el comercio interior del Río de la Plata y el peruano”. Por eso estaba “más adelantada que Santiago del Estero, de donde habían pasado a su vecindario muchas familias de distinción, y que Catamarca y La Rioja”..

Su comercio en mercaderías de tienda, era superior al de Jujuy “y seguía al de Salta en todo el norte”. Servía como “plaza introductoria para las casas comerciales de Santiago y Catamarca, sus limítrofes, que se surtían de ella”. Una de sus principales industrias era la provisión de carretas de transporte. “También se aplicaba su actividad al ramo de las invernada de mulas, viajando al Perú, aunque en poca escala, y al cultivo de los cereales, los que entonces, por su clase y estimación, no tenían mayor expendio fuera del territorio en que se producían, y servían solamente para llenar las necesidades de su propia población”.

Así, producía “la mandioca, el maíz y algunos tejidos ordinarios, exportándose en mayor medida su tabaco y sus cigarros, que solían hacerlos tanto envueltos en ‘chala’ de maíz, como en pura hoja de tabaco, imitando en la forma al habano”. El azúcar, “que la hizo más tarde poderosa, no se fabricaba todavía, al menos en forma y cantidad que fuera lucrativa”. Apunta Frías que “era famoso Tucumán por sus calores. Si en Santiago se cocía un huevo al sol, sepultado en sus arenas, en Tucumán la llama de una vela puesta en medio de un gran patio durante las noches infernales del verano, no oscilaba por la quietud del aire, y era casi imposible dormir al abrigo de las habitaciones”.