Una de las materias escolares desaparecidas.
Entre las muchas asignaturas desaparecidas de los programas escolares, está la Caligrafía. Se consideraba que era parte clave de la formación, escribir con letra no sólo clara sino bella. Había colegios femeninos porteños –como el “Sacre Coeur”- cuyas egresadas se podían identificar, a través de los años, por un estilo de escritura realmente inconfundible.
En unas “Reminiscencias” que José R. Fierro publicó en la revista local “La Cumbre”, en setiembre de 1926, el viejo educador informaba que, antes de la fundación (1875) de la Escuela Normal de Tucumán, entre los educadores privados (como Hugeat, Urdaspal, Uttinger o Gabarró) se despertó “un grandísimo interés por la Caligrafía”.
Se distinguieron especialmente los jóvenes que educaba Emilio Uttinger, y las niñas del Colegio Sarmiento, de doña Benigna Saravia. El propósito era “escribir con letra uniforme, pareja y clara, y sin un solo perfil de más o de menos”.
Contaba Fierro que los primeros usaban “letra francesa”, y las segundas “letra italiana de perfiles característicos”.
La enseñanza incluía también el uso de la pluma para dibujar, y lograban con frecuencia “cuadros admirables”. Recordaba que, entre los alumnos de Uttinger, se destacaban el luego doctor Alberto G. Padilla, y el luego contador Nicanor Colombres, como “hábiles pendolistas”. Uttinger los premió con una mención especial.
Al aparecer la Normal, trajo métodos novedosos en esa disciplina. “Para la escritura se comenzaba con rasgos elementales, numerados, y las letras cursivas norteamericanas resultaban de la combinación de esos rasgos”.