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COMIDA OFICIAL EN TUCUMÁN. En 1914, todos los asistentes llevaban frac. Todavía no había empezado a aparecer el "smoking". LA GACETA / ARCHIVO

Riguroso frac en los bailes y recepciones.


Al promediar la década de 1920, a pesar de los cambios de costumbres que siguieron a la Primera Guerra, se mantenían rígidas normas de etiqueta masculina. Así se aprecia en la publicación “Arenitas de Oro. Guía Social de Tucumán”, de Raúl H. de Aspro y Carlos Rueda, editada en nuestra ciudad en 1925.

La nota “Normas de sociedad”, deploraba “la costumbre de los caballeros de concurrir de ‘smoking’ a bailes o recepciones”, sin tener en cuenta que “ese traje debe usarse únicamente para comidas de noche, llevando siempre chaleco de falla negro”.

Añadía que “al chaleco blanco puede usarlo el dueño de casa, cuando la comida es seguida de baile, puesto que poco esfuerzo le acarrea el acercarse a su guardarropas y cambiar por el frac”.

Este último es, sentenciaba la nota, la “única ropa que encarna la rigurosa etiqueta, exigida en los grandes bailes, ya sean estos oficiales o particulares”.

Por otra parte, “cuando un caballero es invitado a una recepción oficial, siempre -por norma de conducta en la sociedad y en la diplomacia- se exige que se interiorice de la ropa que usará el miembro que la ofrece. Por la generalidad, el chaleco negro en estos casos es de rigor: lo mismo que la galera de felpa”.

El “clac” (o sea el sombrero de copa alta cuyo resorte interno permitía plegar esta y llevarlo bajo el brazo) correspondía “sólo para festivales o fiestas de beneficencia”. En cuando al “chaquet” (“jaquette”) era “muy vistoso para vestirlo al concurrir a una boda, o un hipódromo, en ocasión de realizarse alguna importante prueba”.