Un problema en los ojos de Manuel Belgrano.
En el Museo Histórico Nacional se conserva una curiosa miniatura que registra el ojo izquierdo de Manuel Belgrano. La pieza perteneció a Manuela Mónica, su hija tucumana, y Carlos Vega Belgrano la donó posteriormente a aquella institución. Pintada sobre una plaquita de marfil de 35 mm de alto por 25 mm de ancho, el crítico Eduardo Schiaffino pensaba que podía haber sido ejecutada por el pintor francés Jean Baptiste Goulú, y apuntaba que “ese rasgo de la fisonomía del patricio está tan exactamente reproducido, que basta para reconstruir mentalmente la máscara entera”.
Se percibe allí cierto detalle, en el cual se detiene un artículo de Rodolfo Elissalde, “José Celedonio Balbín, un amigo de Belgrano”. Recuerda que, en la descripción física del general que Balbín entregó a Bartolomé Mitre, aquel afirmó que “tenía una fístula bajo un ojo, que no lo desfiguraba porque era casi imperceptible”. Y que, en 1800, el protomédico Miguel O’Gorman certificaba que Belgrano estaba afectado por “un principio de fístula en ambos conductos lagrimales, la que se aumentaba a proporción de las tareas anexas a su empleo”. Dos años más tarde, en octubre de 1802, en carta a su amigo chileno Manuel de Salas, narraba Belgrano que “he estado bastante enfermo de mis ojos y aun actualmente no noto mejoría mayor”.
Informa también Elissalde que, en su reciente trabajo “Belgrano, sus enfermedades y su muerte” (2012), el doctor Manuel Martí considera que se trataba de “una conjuntivitis con blefaritis y dacriocistitis, que evolucionó, en esos tiempos sin medicación bacteriana eficaz, hacia una fístula lagrimal que le afectó ambos ojos.”