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PALOS BORRACHOS DE TUCUMÁN. Una fotografía tomada en la época de la visita de Jules Huret. LA GACETA / ARCHIVO

Visión del periodista Jules Huret, de “Le Figaro”.


En 1910, el periodista francés Jules Huret, de “Le Figaro”, llegó a esta ciudad. Lo reconfortó el verdor. “A medida que avanza el tren, sucede a la aridez de una provincia sin agua, sedienta, la deliciosa frescura de una Normandía tropical, con sus jardines de naranjos y de melocotoneros en flor. Hemos entrado en la provincia de Tucumán”, escribe.

Encuentra que “la alegría del cielo se extiende sobre la tierra. Sobre el fondo azulino de las montañas coronadas de nieve, grandes árboles decorativos de flores azules, llamados ?tarcos?, se confunden con melocotoneros de flores blancas, con ?sauces llorones? de un verde claro, con mandarinos, con ?palo borrachos? o yuchanes que son los ?queseros? de las Antillas”.

Huret se detiene en los palos borrachos. “Es un árbol singular que tiene la forma de una calabaza alargada o más bien de un mazo; su tronco está lleno de espinas poco agudas. ¿Por qué se llama así? Tal vez porque está siempre inclinado, porque se dobla fácilmente, o a causa de su forma de botella. En la primavera aparecen en sus ramas unas bolsitas que se abren y presentan manojos algodonosos de una blancura ideal que vuelan muy pronto, llevándose la semilla”.

En fin, “la mitrada se extasía contemplando la vegetación lujuriante y la diversidad de aspectos de esta rica provincia”. Pronto se presentarán ante sus ojos las faldas del Aconquija, “con su maravillosa vegetación de gigantescos árboles, cortada por valles alpinos, por quebradas verdeantes rodeadas por arroyos y torrentes”.