Al discutirse la ley de concesión, en 1908.
Cuando en 1908 se debatió en la Legislatura de Tucumán la ley que concedía la construcción del Hotel Savoy, del Casino y del Teatro Odeón (hoy San Martín) no todos estuvieron de acuerdo con tener un Casino.
El senador Manuel Esteves, si bien aceptaba como necesarios el hotel y el teatro, afirmó que el Casino “entraña un enorme peligro para nuestra sociedad, para la familia y para el hogar”. Será, decía, “una puerta abierta por donde entrarán los aventureros de todos los países y de todos los momentos; constituirá un foco de vicios, donde irá el padre, el esposo, y será más: será un centro de perversión a donde irá tal vez la misma mujer a prostituirse”. Se preguntaba: “¿Acaso, para el adelanto alcanzado por esta provincia, se ha necesitado, una vez siquiera, sacar los beneficios de una casa de juego? No, Señor Presidente: todos sus progresos son debidos al esfuerzo propio y honrado de sus hijos”.
En Diputados, el doctor León Rougés también se opuso. Pensaba que, como en Francia, el juego debía estar centralizado por el Estado. En la ley propuesta para Tucumán, en el “caso muy posible de un desastre moral”, la única salida del Estado era expropiar el Casino, y no había seguridad de contar con fondos para eso.
El porvenir de Tucumán “se debe únicamente al trabajo”, afirmaba. “Y si no tenemos en 1910 un espléndido Hotel, Teatro y Casino, podemos mostrar en cambio con noble orgullo las enormes construcciones y adelantos de nuestras industrias, formadas en cincuenta años de constante labor”. La ley-concesión finalmente se sancionó, y el gobernador Luis F. Nougués la promulgó el 18 de agosto de 1908.