Gresca y final feliz en una calle de Tucumán.
“Cartas anuas” se denominaba la correspondencia que periódicamente los Provinciales de la Orden Jesuita enviaban a sus autoridades de Roma. Las misivas contenían abundante información. Un buen ejemplo (en el período 1632-1634) proporciona la referida al “colegio” de San Miguel de Tucumán, que funcionaba donde hoy está el templo de San Francisco.
La carta destacaba que en lo que más se habían lucido los Padres, era en “mitigar crueles odios de muchos y concordar voluntades”. Insertaba un ilustrativo ejemplo. “Estaba encendido –decía- un cruel fuego de discordia entre dos hermanos de los más principales de toda la provincia: había comenzado por intereses, mas fuéronse empeñando tanto, que esto era lo menos en que se reparaba; era el escándalo y la ruina que se temía muy grande”.
Agregaba que “tomaron la mano personas celosas para atajarlo, y el mismo gobernador de la provincia, pero en vano; un mes entero lidió con ellos uno de nuestros Padres, más estaba tan picada la infernal llama, que estando en la calle este Padre mitigando con sus razones el ánimo de uno de sus encontrados, asomó el otro por la misma calle”.
La dramática crónica proseguía. El que salió, “revestido con su vista de un furor endemoniado, respondió al Padre que importunaba: ‘agora se acabará todo, padre’. Y terciando la capa y empuñando la espada, se fue para su enemigo, mas abrazóse con él con tanto espíritu y fervor el padre y les dijo a los dos tan blandas razones, que allí quedaron amigos, dejando todo el negocio de la diferencia en sus manos”.