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SOBRESALIENTE. Detalle de una planilla de exámenes del Colegio entrerriano, donde Roca figura entre los "sobresalientes por unanimidad". LA GACETA / ARCHIVO.

Dicho de colegial que Roca nunca olvidaría.


Es conocido que el gran tucumano Julio Argentino Roca (1843-1914), dos veces presidente de la República, fue interno del Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, en esa época el más destacado del país.

En un artículo de 1913 en “La Gaceta del Uruguay”, el ex alumno Cayetano Carbonell recuerda que, los domingos, el rector Alberto Larroque dejaba salir a los internos, y prácticamente todos enfilaban hacia el reñidero de gallos. Cierto día de 1858, Roca y un grupo de condiscípulos resolvieron “hacer un bolsillo” para apostar a los gallos. Napoleón Burgoa fue designado para administrar el capital, que apenas ascendía a “tres pesos bolivianos”.

Aparecieron los gallos. “El uno era naranja, el otro bataraz; aturde la gritería, se cruzan las apuestas, el juez toca la campanilla y sin más trámite empieza la riña”. Burgoa había apostado al naranja y se consternó al ver que a los pocos minutos quedó tuerto de un picotazo. Entonces, buscó “cubrirse” y se pasó al bataraz, que pertenecía a Martín Ruiz Moreno.

El quinceañero Roca, preocupado, se acercó a Burgoa y le preguntó: “Compañero, ¿cómo vamos?”. Burgoa, cabizbajo, contestaba: “Vea compañero, cualquiera de los gallos que gane, salimos perdiendo”, noticia que Roca transmitió a sus alicaídos compañeros.

El tucumano llegó a presidente, pero nunca olvidó el dicho de Burgoa. Y cuenta Carbonell que, “en más de una oportunidad, hemos escuchado al general Roca aplicarlo a las relaciones para con su persona, o a las luchas políticas de los partidos”.