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AMBROSIO FUNES. El gobernador cordobés afrontaba la insurrección de Juan Pablo Bulnes.

El Congreso trató el tema en sesión secreta.


El 28 de octubre de 1816 no sesionó el Congreso de las Provincias Unidas. Sí realizó, en cambio, dos sesiones secretas, además de una pública, el día siguiente, 29. Leyendo el acta de la primera reservada, se percibe la magnitud del impacto que los recientes sucesos de Córdoba tenían en los diputados. En esa provincia, Juan Pablo Bulnes se había alzado en armas contra el flamante gobernador, don Ambrosio Funes.

De entrada, el presidente Pedro Carrasco dijo que había juzgado conveniente no citar a la sesión a los diputados por Córdoba. Le resultaban sospechosos, porque una última comunicación de Funes daba cuenta del rumor de que “hay una correspondencia de las disposiciones secretas del Congreso a los insurrectos”. Aprobada por el cuerpo la conducta de Carrasco, se leyó el oficio de Funes, que incluía copias del que le pasó el amotinado Bulnes y de su respuesta. Planteaba el “apurado estado en que se halla aquella población y el Gobierno, amenazados ambos: éste de ser despojado y aquélla de ser saqueada por la tropa insurrecta”. Añadía que se encontraba en “absoluta indefensión”, y aun Bulnes no había contestado sus últimas propuestas de un arreglo.

Señalaba también que, en su oficio, Bulnes decía saber, por sus conexiones con Tucumán, que “el Congreso ha desaprobado su conducta y prepara contra él una fuerza”. Debatido el tema, se acordó oficiar al general Manuel Belgrano para que informase las medidas que tomó según la instrucción del Congreso del 18 de este mes. Debía suministrar ese informe a la brevedad, por la urgencia del caso. La sesión quedó suspendida, a la espera de la contestación del general.