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DOLORES LAVALLE DE LAVALLE. La distinguida matrona en una fotografía de 1912, cuando contaba 81 años. LA GACETA / ARCHIVO

Vino a Tucumán cuando se inauguró el tren.


En 1876, la llegada del ferrocarril a San Miguel de Tucumán dio lugar a memorables fiestas. Nuestro comprovinciano, el presidente Nicolás Avellaneda, y el ex presidente Domingo Faustino Sarmiento encabezaban la comitiva acaso más brillante de las que había visto la ciudad en toda su historia.

En ese grupo estaba doña Dolores Lavalle de Lavalle, hija del general Juan Lavalle. Había querido venir a Tucumán, en cuyo territorio se había librado la batalla de Famaillá de 1841, última de las que participó su famoso padre, destinado a morir veinte días después en Jujuy.

Doña Dolores, nacida en 1831 en Colonia durante el exilio del general, se había casado con su primo Joaquín Lavalle. Desarrolló una incesante acción de solidaridad con los necesitados, desde la Sociedad de Beneficencia y otras instituciones. Fundó la Escuela Profesional “Santa María” y resolvió hacerse cargo del consultorio oftalmológico de las Hijas de María, próximo a cerrarse: sería la base del luego célebre Hospital Santa Lucía. Fundó también el Asilo del Buen Pastor y el primer comité de la Cruz Roja. Falleció a los 95 años, en 1926.

En la fiesta del ferrocarril en Tucumán, Sarmiento la mencionó expresamente en su discurso, al evocar a la Liga del Norte y a Lavalle. “¡Señoras matronas de Tucumán! ¡Os prevengo que entre vosotros se encuentra el único vástago del ilustre mártir, el héroe de las leyendas de la Independencia: doña Dolores Lavalle, presidenta de la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires!”, dijo.