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SERAFÍN BUGNI. El director de la Banda de Música del Colegio Nacional de Tucumán, rodeado por los alumnos integrantes.

Fracaso del golpe y asunción de Avellaneda.


Alguna vez debieran recopilarse las partituras de la producción musical tucumana del siglo XIX. Sería ardua tarea, dado que no se trata de material impreso, por lo general, sino de manuscritos, a veces en ejemplar único. Pero arrojaría sin duda más de una sorpresa. Tal vez se encontrara la correspondiente al “Himno a la Paz”, de 1874, que tiene una discreta historia.

Como se sabe, ese año los porteñistas, encabezados por Bartolomé Mitre, se alzaron en armas contra el presidente Domingo Faustino Sarmiento, descontentos por la elección del tucumano Nicolás Avellaneda como su sucesor. La revuelta fue duramente aplastada y Avellaneda asumió. Esos resultados se celebraron en Tucumán, con una gran fiesta oficial, el 17 de diciembre. Hubo Te Deum, desfiles, salvas de artillería y un baile en el Colegio Nacional. Además, el director de la Banda de Música del Colegio, Serafín Bugni, compuso para la ocasión un “Himno a la Paz”.

Pidió a Paul Groussac que aportara la letra. Cuenta éste que “accedí sin vacilación al pedido y en un pestañeo le frangollé una oda manzoniana de esdrújulos alternados”. Empezaba: “¡Atrás la guerra bárbara/ la guerra fratricida/ que baña en sangre heroica/ la patria entristecida/ y entre hermanos enciende/ sacrílego furor!”… El estribillo era: “De la argentina patria/ sobre el suelo feraz/ alza tu copa espléndida/ olivo de la paz”…

Durante varios años, cuenta José R. Fierro, se seguía cantando ese himno en la Escuela Normal, de la que Groussac fue director. Recuerda que se lo ejecutaba en el piano que el maestro francés incorporó al ajuar pedagógico de la casa. Recordaba Fierro que a los alumnos les gustaba mucho, porque “se prestaba para los alaridos”.