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CASTRO BARROS. Ruinas de la casa del prócer, detrás del museo de su nombre, en el pueblo riojano de Chuquis. LA GACETA / ARCHIVO

Su discurso de Tucumán, el 25 de mayo de 1815.


En 1815, la ciudad de San Miguel de Tucumán celebró el quinto aniversario del 25 de mayo de 1810 con una función religiosa donde habló el presbítero doctor Pedro Ignacio de Castro Barros, futuro diputado al Congreso del año siguiente. La larga homilía (reproducida en 1907 por el Museo Histórico Nacional en el libro “El clero argentino de 1810 a 1830”) se dedicaba a sostener la injusticia de la guerra de los realistas contra los americanos. Rescatamos los párrafos que aludían a la Batalla de Tucumán.

Se dirigía al “pueblo heroico de Tucumán, digno atlante de nuestra madre patria, que os distinguís entre todos los pueblos de las provincias argentinas, con el brillante afán de la insigne victoria del 24 de Setiembre del año tercero de nuestra libertad; vosotros todos, amados compatriotas que me escucháis”.

Los instaba a quedar “convencidos de que la actual guerra ofensiva de la España contra nosotros es la más injusta, al paso que la nuestra defensiva es justísima y en mi concepto obligatoria”, mirada a la luz de la “santa moral”, de “la razón natural” y puesta en “la balanza de la ley eterna”.

Por eso debían seguirla librando “con el más heroico denuedo”, hasta llegar a una victoria cuyo “precioso fruto sea la instalación de un sabio gobierno nacional”. No debía pensarse en “transacción o capitulación alguna” con los enemigos, porque no la cumplirán. Y si los reyes de España “no solo no nos han tratado hasta el presente como a hijos, pero ni como a entenados, en adelante sólo nos tratarían como a esclavos fugitivos y rebeldes”.