El matador de Avellaneda quiso saludarlo.
El coronel Mariano Maza (1809-1879) actuó, a las órdenes de Manuel Oribe, en las campañas de 1840-41 para reprimir la Liga del Norte contra Rosas. Se caracterizó por su crueldad con los “salvajes unitarios”, y comandó las ejecuciones de Marco Avellaneda y José Cubas, sin juicio alguno, entre otras. En el libro “Guillermo Rawson. Homenaje a su memoria” (1900) consta una anécdota sobre su persona.
En 1874, los sucesos políticos habían obligado al doctor Rawson a trasladarse a Montevideo. Uno de sus amigos -cuyo nombre no consigna el libro- se encontró “asediado por el coronel don Mariano Maza”, quien “a toda costa quería conocer al doctor Rawson y tener el honor de tratarlo”. Un día este amigo, “sin previo aviso”, lo llevó al hotel donde Rawson se alojaba. “Una vez dirigidas como de costumbre las palabras de presentación, don Mariano Maza extendió la mano en ademán de estrechar la de su interlocutor”.
Pero Rawson, “demudado por completo al oír aquel nombre, y tomando una actitud airada que revelaba la indignación de que se sentía poseído, exclamó: ‘¿Es usted el matador de Cubas y de Avellaneda, el ejecutor de las matanzas de Catamarca en 1841? Porque si es ese hombre, no puedo extenderle la mano; porque si la justicia legal no se ha hecho efectiva en usted y la de la historia tarda en llegar, la de la sociedad por lo menos debe recaer inexorable sobre usted, con la repugnancia y el desprecio que necesariamente tiene que inspirar a los hombres honrados”.
Dicho esto, “volviendo el doctor Rawson la espalda a los visitantes, penetró en la pieza inmediata, profundamente impresionado con lo que acababa de pasar”.