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PAISAJE DE 1881. Adolfo Methfessel registró este paisaje "en las orillas del río Marapa al sud del cerro nevado del Aconquija", en 1881. Está en Berna, en su álbum de dibujos. LA GACETA/ ARCHIVO.

Tucumán en “Cameos from the Silver Land”.


El viajero Ernest William White publicó, en 1881, dos tomos titulados “Cameos from the Silver Land or the experiences of a young naturalist in the Argentine Republic”. Allí describe con entusiasmo nuestra provincia.

“Tucumán, la canción de los poetas, el tema de los viajeros, es un vasto jardín”, dice. “Aquí se concentra toda la producción vegetal agradable, útil y ornamental, de la que la República Argentina pueda presumir. Los desiertos quedan atrás, todo florece como en el paraíso”. Pero “este paraíso está casi herméticamente sellado para los extranjeros al menos seis meses en el año, por el ‘chuchu’ (chucho) o fiebre intermitente, que crece de a momentos hasta tomar forma de epidemia”.

Añade que “hay montañas, planicies, bosques de gigante crecimiento y muy numerosos torrentes espumosos”. Son “el regalo de la extensión del noble Aconquija”, cerros que “forman el límite Occidental de la provincia, pero a través del cual penetra para encerrar el fértil valle de Tafí, donde algunas colonias suizas (¿?) producen un queso que rivaliza con el roquefort”.

“En el todo, Tucumán es una planicie con un extremadamente fino y variado paisaje subtropical, y con ninguna necesidad de trabajo de irrigación, ya que el Río Dulce, con sus numerosos tributarios, fluye directamente a través de su centro”. A la vez, “muchos afluentes cruzan desde el este a través de su territorio, para encontrar el Salado, que forma su límite oriental. El clima es deliciosamente suave y balsámico a pesar de ser caliente, y el año se divide en dos estaciones, la húmeda y la seca; la húmeda es idéntica con el calor, desde noviembre a marzo y casi todas las tardes se asiste a un comienzo de tormenta de relámpagos y lluvia”.