Julio Argentino Roca en Cepeda y Pavón.
El tucumano Julio Argentino Roca (1843-1914) se inició muy temprano en la carrera militar. A los 15 años -mientras estudiaba en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay- pidió y obtuvo el ingreso al Ejército de la Confederación. El 20 de marzo de 1858, un decreto presidencial lo designó subteniente de artillería, y revistó en la guarnición de Concepción del Uruguay.
Al ocurrir la batalla de Cepeda, tuvo su bautismo de fuego en las fuerzas confederadas que, al mando de Justo José de Urquiza, se impusieron a las porteñas el 23 de octubre de 1859. Volvió entonces al Colegio. En febrero de 1861, informaba a sus padres: “he salido sobresaliente en Matemáticas, Historia y Francés”.
El 17 de septiembre de 1861, volvieron a chocar, en Pavón, los ejércitos de la Confederación y del Estado de Buenos Aires. Producido el curioso triunfo de este último, “entre las pocas piezas que seguían haciendo fuego obstinadamente, se encontraba la que comandaba el teniente Roca, quien se resistía a abandonar el campo sin la orden de su jefe directo”, el coronel Santa Cruz.
En su documentada biografía de Roca, Aurora Sánchez recuerda que el coronel José Segundo Roca, padre de Julio y actuante también en la batalla, dijo a este que se retirara con él, ya que Santa Cruz había caído prisionero. El joven, “que sólo contaba con 18 años, respondió que continuaría batiéndose para salvar la pieza de artillería”. Así lo hizo, “y de este modo pudo llegar a Rosario, ya de madrugada, con sus soldados y su cañón, luego de 45 kilómetros de marcha”. Su conducta le valió ascender a teniente primero.