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GENERAL TOMAS IRIARTE. En 1817 pensó en incorporarse al Ejército del Norte.

Quince gratos días en Tucumán, en 1817


El general Tomás de Iriarte (1794-1876), en sus “Memorias”, narra que permaneció varios días en Tucumán en 1817. Se hizo muy amigo del general Manuel Belgrano, jefe del Ejército del Norte allí acampado, quien lo convenció de hacer gestiones para quedarse con él. Iriarte tenía intención de servir en el ejército patriota de Chile, pero Belgrano se mostraba seguro de que pronto encararía operaciones importantes en el Alto Perú. Además, cuenta Iriarte, quería “que estudiásemos juntos los clásicos militares”.

Narra que “era tal el sistema de economía que reinaba en el ejército y la escrupulosidad del general Belgrano para que el Tesoro no fuera defraudado, que hasta para las datas de la Tesorería de tres y cuatro pesos firmaba las órdenes de su puño. El ejército estaba mal pago, pero el general señaló una porción de terreno a cada regimiento: lo cultivaban, todos los cuerpos tenían una huerta abundante, y de este modo y estableciendo la mesa común entre los jefes y oficiales por cuerpos, todos llenaban sus necesidades y nada les faltaba, porque los frutos que sobraban se vendían en beneficio del cuerpo”.

De todos modos, Iriarte tenía que viajar antes a Buenos Aires: no sospechaba que las cosas saldrían de otro modo, y que no volvería a Tucumán como era entonces su intención. Belgrano lo obsequió con “un espléndido banquete” de despedida, al que asistieron los generales y jefes principales. En gratitud por las distinciones recibidas durante los quince días en que permaneció en Tucumán, Iriarte le regaló “un rico sombrero de galón que me había hecho en Cádiz y que ya no podía usar, y él retribuyó este obsequio con un hermoso poncho exquisitamente bordado”.