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LA SOCIEDAD ITALIANA. Elegante sede de la institución, en calle 24 de Setiembre 1021, que fue demolida en 1972.

Un final feliz del 20 de setiembre de 1888.


En su ameno artículo “Tucumán en el último tercio del siglo pasado”, Manuel García Soriano narra una tensa situación de 1888, que vivieron los miembros de la muy numerosa colectividad italiana de la ciudad. Dividida por discordias internas, se alineaban en dos grupos: el Círculo Filarmónico Italiano por un lado y la Sociedad Italiana de Unión y Socorros Mutuos por el otro.

Ambos estaban enfrentados con una dureza que los hizo impermeables a las gestiones de reconciliación, a pesar de que en una de ellas intervino personalmente el gobernador Lídoro J. Quinteros. Así estaban las cosas cuando llegó el 20 de setiembre, aniversario de la toma de Roma por Garibaldi y fecha memorable para todos los italianos. Tanto la Filarmónica como la Sociedad se aprestaron a celebrarla, con sendos banquetes.

Los banquetes terminaron casi a la misma hora, y cada institución se aprestó a marchar a la plaza Independencia, para rendir un homenaje al pie de la estatua de Belgrano (entonces ubicada en el sitio que hoy ocupa la Libertad). Pero la Sociedad, cuenta García Soriano, “que bajaba por 24 de Setiembre, al llegar a Salta se vio obligada a doblar hacia la izquierda en dirección a Las Heras (hoy San Martín) porque un inmenso fangal, tan común en aquellos tiempos como en los actuales, le impedía continuar por 24 de Setiembre. De modo que los de la Sociedad debieron obligadamente pasar frente al local de la Filarmónica (en Las Heras) donde estaban ya listos los de esa agrupación para dirigirse a la plaza”.

Los ánimos estaban exaltados, y todo hacía prever una batalla campal. De pronto, “surgió el grito de ¡Viva Italia! que tuvo la virtud de apagar los odios y encender la antorcha de la paz entre la colectividad, paz que quedó sellada hasta hoy”.