Mientras Arteaga renunció desde la barra.
La sesión del Congreso del 10 de junio de 1816, se abrió con la lectura de un pliego de Mendoza. En el mismo, el general José de San Martín informaba “haber depositado interinamente el mando político de la provincia en el Cabildo, con motivo de pasar él a inspeccionar las bocas de los Andes, en el espacio de más de cien leguas al sur, para fijar los puntos que deben fortificarse”.
El diputado Miguel Calixto del Corro, comisionado para intervenir en las disputas del litoral, decía –por medio del gobernador de Córdoba- que continuaría las negociaciones con Santa Fe “hasta su conclusión, para evitar lo empeñoso de una guerra civil, que era el principal objeto de su comisión”. Aunque carecía de autorización para celebrar pactos, encontró que estos ya se habían celebrado, y “no le fue posible negarse a la garantía que se le exigió y que prestó”. Se proponía pasar a la Banda Oriental, a tratar con José Gervasio Artigas.
En esta sesión, concluyó abruptamente el largo problema de la elección de los otros dos diputados por Tucumán, que aun faltaban en la nómina. Se llamó a la barra a los electos, doctores Pedro Miguel Aráoz y Serapión de Arteaga, para que se incorporaran. Aráoz lo hizo y prestó juramento, pero Arteaga renunció desde la barra, molesto por los planteos formulados sobre su elección. Dijo que “el descontento de un solo hombre era bastante para retraerlo”.
Al tratarse la dimisión, Pedro Medrano consideró que haber renunciado en ese momento y sin “una razón suficiente”, constituía “un desacato a la soberanía”, por el que Arteaga “merecía una grave reprensión, e incorporarle en el momento”.
Pero, ante la opinión de otros diputados, “quedó en suspenso la resolución de este punto”.