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EL INGENIERO LUIS F. NOUGUÉS. Fue autor de la ley que fundó un pueblo sobre la avenida que, entonces, se llamaba Mate de Luna en todo su trayecto, hasta el pie del cerro. LA GACETA / ARCHIVO

En el sector del zarandeado “casco viejo” de Yerba Buena, perduran casas iniciales de la villa fundada por ley que proyectó y promulgó el gobernador Luis F. Nougués, en 1906.


En estos días, uno de los asuntos que pican el interés público es la preservación del casco histórico de Yerba Buena. Es decir, del sector denominado Villa Marcos Paz. Vale la pena recordar los antecedentes de esa parte tradicional de la hoy ciudad de Yerba Buena y, de paso, a su ilustre creador.

El 31 de octubre de 1906, el gobernador de Tucumán, ingeniero Luis F. Nougués, con la firma de su ministro de Gobierno, doctor Julio López Mañán, elevaba a la Legislatura un minucioso proyecto. Se trataba de “la fundación de un pueblo sobre la avenida Mate de Luna, en los terrenos de propiedad particular que expresa el plano levantado por el departamento de Obras Públicas”. En esa época, la arteria se llamaba Mate de Luna desde la ciudad hasta el pie del cerro.

Donación y expropiación

Con ese destino, se aceptaba la donación de 80.000 metros cuadrados que hacía el vecino Fermín Cariola, y se aprobaba la reserva de propiedad, que formulaba dicho donante, de 15.000 metros cuadrados dentro del trazado del pueblo, a condición de que los lotes que con ellos se formaran se sujetasen a las prescripciones de la ley.

La extensión total del nuevo pueblo sería de 336.000 metros cuadrados. Para completarla, se declaraba sujeta a expropiación un área de 241.000 metros cuadrados, medida que afectó propiedades del mismo Cariola, de Manuel Matos, de Benedicto Salinas, de Marcial Imbaud y de Miguel Muro. Se formarían lotes de 48 metros de frente por 48 metros de fondo, que el Poder Ejecutivo “enajenará en remate público, por u precio no inferior a su costo, en una sola vez o progresivamente, según las demandas de los mismos aconseje”.

El texto reglamentaba otras condiciones del loteo, como la forma de pago de los adquirentes, la exención de impuestos, la inversión en apertura de calles, etcétera. Todo comprador, estaba obligado a edificar en su lote “dentro de diez años contados desde el otorgamiento de la escritura”.

Los considerandos del gobernador Nougués, expresaban que “la amplia y bien conservada avenida” en cuyo extremo poniente se proyectaba el nuevo pueblo, ofrecía “la posibilidad de ampliar los medios ordinarios de transporte para trasladarse a la ciudad; lo que significa una especial ventaja para la mayor parte de la gente de negocio y de trabajo”. Ventaja que “será aun mayor el día, no lejano, en quede ligada por la línea de tranvía eléctrico que debe establecerse en la capital”.

Añadía que “la elevación del paraje, su proximidad a las sierras, la facilidad de dotarlo de aguas corrientes con fuentes propias y la gran subdivisión de la propiedad en las zonas adyacentes, aseguran al nuevo pueblo una vida y desarrollo ciertos”. Esto debido “no sólo a la población de la capital, que buscará en él un punto fácilmente accesible, sino al comercio y las industrias de la región, que necesitan un centro de población para concentrarse y crear el mercado de sus transacciones diarias”.

La iniciativa sería sancionada el 7 de diciembre de 1906, y Nougués y López Mañán la promulgaron como ley el día 10. Cinco meses más tarde, ambos firmaron el decreto del 27 de mayo de 1907, que bautizó “Marcos Paz” a la nueva villa.

Calificado ingeniero

En cuanto al creador del núcleo en torno al cual crecería la hoy pujante ciudad de Yerba Buena, nació en Tucumán el 21 de mayo de 1871. Lo bautizaron con el nombre de Luis Francisco Nougués, y era hijo de don Juan Luis Nougués Romero y de doña Sofía Terán Silva. Su abuelo francés, Juan Nougués, había fundado el ingenio San Pablo y eso lo familiarizó desde niño con las vicisitudes de la industria principal.

Egresó bachiller del Colegio Nacional en 1888, y se graduó de ingeniero civil en la Universidad de Buenos Aires, en 1894. Su tesis –que agregaba detallados planos- se titulaba “Proyecto de un ingenio de azúcar siendo la materia prima la caña de azúcar”. Fue calificada sobresaliente y la Sociedad Científica Argentina la publicó en 1895, en sus “Anales”.

Gobernador en 1906

De regreso, asumió la administración de San Pablo. Al mismo tiempo se comprometió con la política, revistando en el grupo fundador del partido Unión Popular, una escisión del roquista Partido Provincial.

Diputado provincial en 1899-1902 y senador en 1906, el partido lo postuló para gobernador en les elecciones de este último año. El Colegio Electoral le confirió el cargo por unanimidad y asumió el 2 de abril de 1906. Fueron sus ministros, en Gobierno, los doctores López Mañán y Vicente Padilla, sucesivamente; y en Hacienda, el doctor Manuel Cossio.

Su mandato tuvo un intenso acento progresista. Además de fundar Villa Marcos Paz, erigió escuelas en la Capital, Famaillá, Monteros, Villa Alberdi, Aguilares y Tafí Viejo, junto con gran cantidad de dispensarios y locales de comisarías, varios de los cuales hasta hoy se utilizan.

Tono de progreso

Hizo construir una red de canales de riego que abarcó más de medio centenar de kilómetros; dispuso el aprovechamiento hidroeléctrico del río Lules, con la construcción de la importante usina, y hermoseó la ciudad con la edificación de la Casa de Gobierno y del primer local propio del Banco de la Provincia (hoy Museo de Bellas Artes).

Gestionó la ley concesión que permitió levantar los edificios del Hotel Savoy, el Casino y el Teatro Odeón (hoy Casino, Legislatura y Teatro San Martín). Su administración convocó la convención que sancionaría la nueva carta provincial de 1907.

Proyectó –e hizo sancionar- leyes de sugestivo contenido social. Por ejemplo, la del Montepío Civil, que posibilitó jubilaciones y pensiones a los agentes estatales, o la del descanso dominical obligatorio. Particular significación tuvo la ley del “amparo del hogar”, que eximía de embargos la casa habitación del deudor.

Responsabilidad cívica

La administración Nougués promulgó, además, la ley de creación de la Estación Experimental Agrícola. Y se singularizó como decidido impulsor de las ventajas turísticas de la montaña. En sus alturas había fundado, en 1899, la villa veraniega que lleva su apellido.

Terminado su período, en 1909, Nougués fue elegido senador provincial hasta 1910, año en que se apartó definitivamente de la política. Falleció en Buenos Aires, el 30 de diciembre de 1915, a los 44 años.

Hombre respetado por su probidad personal y por la firmeza de sus actitudes, Nougués tenía un nítido sentido de la responsabilidad ciudadana. Cuando, en 1903, empezó a actuar en política, uno de sus parientes porteños le aconsejó que no distrajese su eficaz tarea de industrial con esas actividades.

Nougués le respondió, en carta del 26 de octubre. “No son nuestros únicos deberes ser buenos padres de familia y trabajar para tener fortuna. Es también necesario trabajar por el país con toda buena fe y energía. No nos importa mucho el éxito, que ya vendrá: cumplimos con nuestro deber de ciudadanos y tendremos, te garantizo, satisfacciones, muy íntimas”.