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ENTRE PINTURAS. La decoración que rodea a la cruz hace que a simple vista no se perciba que tiene volumen y parezca pintada.

Puede datar de la fundación o del traslado.


La más antigua mención oficial, y acaso la única -según nuestras noticias- de la “cruz fundadora” que guarda la Catedral, data de 1877. El 1º de junio de ese año, una ordenanza de la Municipalidad dispuso que “la cruz que se halla en el Cementerio Público y que sirvió a la fundación de la ciudad, será trasladada y depositada en la Iglesia Matriz”. El “Cementerio Público” era el del Oeste, y había sido declarado tal en 1859, por decreto del gobernador Marcos Paz. Y las palabras “fundación de la ciudad”, no aclaran si se referían a la actual (1685) o a la primitiva de Ibatín (1565).

Pensamos que debe ser la de 1685, ya que, en el acta de la mudanza desde Ibatín no se la menciona entre los objetos oficiales que se transportaban del “sitio viejo” al nuevo. Por lo demás, así lo indicaba (según la “Guía de Tucumán” de 1901, de Colombres y Piñero) una chapa de “letras caladas hechas en zinc” que llevaba entonces la cruz, con la leyenda “Fundadora de la Ciudad de San Miguel de Tucumán en 1685”. Es decir, habría sido construida el año del traslado y con ocasión del mismo. La placa de bronce actual es moderna. Fue colocada en 1953, en reemplazo de la de zinc, y se le inscribió -ignoramos con qué fundamento documental- la fecha de 1565.

La “Guía” referida la describía como ubicada “en los muros de la sacristía” de la Catedral. Es, dice, “de quebracho colorado, pintada de negro, mide 5 metros de alto y su brazo es de 1,80”. Luego sería acertadamente puesta junto al altar de San Miguel. Las pinturas que la circundan hacen que a simple vista no se note que tiene volumen y que parezca pintada.