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EL LAGO "SAN MIGUEL". Una fotografía de marzo de 1962, registra el aspecto que tenía pocos meses después de la habilitación oficial. LA GACETA / ARCHIVO

En 1941, un editorial postulaba su construcción.


En 1908, el ingeniero Carlos Thays presentó su proyecto de diseño del parque 9 de Julio de Tucumán, creado gracias a las cuatro leyes nacionales que hizo sancionar el senador Alberto de Soldati entre 1906 y 1910. En el plano de Thays estaba previsto un “gran lago” artificial. Como se sabe, esa obra, con el nombre de Lago “San Miguel” vino a concretarse -con un diseño diferente- recién en 1961.

Pero mucho tiempo antes, en un editorial del 17 de diciembre de 1941, titulado “Necesidad de dotar de un lago al parque”, LA GACETA afirmaba la necesidad del referido espejo de agua. Expresaba que la Comisión Administradora del paseo “debiera encarar la construcción de un gran lago artificial, que pudiera ser surcado por botes de paseo, y otra sección destinada a baños”.

Daba el ejemplo de Rosario, dotada de “un hermoso lago artificial en el parque Independencia”, a pesar de tener a su margen el caudaloso río Paraná. “La gente quiere ver agua, aunque más no sea para alegrar el espíritu y darle la sensación de frescura a que aspira el cuerpo en los bochornosos días del estío”, recalcaba. En este sentido, opinaba que “en Tucumán hay que iniciar una verdadera campaña para que estas obras hidráulicas se emprendan cuanto antes”.

La inauguración de la Fuente Luminosa, pensaba el diario, debiera inducir a esta nueva iniciativa. El lago artificial propuesto podría financiarse, después de construido, “con una explotación discreta de tan ameno recreo”. Sobre todo, “hay que considerarla como una obra de utilidad pública y de embellecimiento, para quitar a la Capital su aspecto mediterráneo”.