Una tesis doctoral de Francisco Mendioroz.
Uno de los grandes médicos de Tucumán fue el salteño Francisco Mendioroz (1856-1914). Prestó, a la salud de la provincia, enormes servicios que han quedado ya en el olvido. Era Mendioroz hombre de gran cultura, inquieto siempre por ahondar en todas las novedades relativas a su profesión. De tales preocupaciones, es buen testimonio su tesis doctoral, presentada a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires, en 1880. Se titulaba “Ensayo sobre la hipocondría” y se editó ese año en la imprenta porteña de Biedma.
Decía Mendioroz al comienzo, que la hipocondría estaba confundida por entonces en medio de un “caos científico”, y que “entre las varias misteriosas afecciones del sistema nervioso, es una de las que más me ha llamado la atención”. Muy comúnmente, había visto que se la ponía en duda y se la consideraba como un “mal imaginario”, no sólo por el público, sino -lo que era grave- por muchos médicos. Advertía que “esta dolencia está tan expandida hoy, que se puede decir que no hay colección individual alguna que no abrigue en su seno una de sus numerosas víctimas”.
Mendioroz sostenía que la costumbre de mirar a la hipocondría como “un juego de la imaginación y tratar con poco interés a los pacientes”, provenía de “un vicio inherente a la enseñanza clínica hospitalaria”. Ella se circunscribía al diagnóstico de enfermedades agudas y el reconocimiento de las crónicas. Pero sucedía que las enfermedades nerviosas quedaban fuera de ese círculo, ya que las “alteraciones materiales” no venían siempre “a dar la razón de los fenómenos visibles”. Su tesis buscaba desbrozar el tema y finalmente delinear una terapéutica más racional, en base a “medios higiénicos” más que “medios farmacéuticos”.