Visita a la Casa de la Independencia, en 1910
El famoso periodista Alberto Gerchunoff (1883-1950) autor de “Los gauchos judíos”, residió varios meses en Tucumán, en 1910, como redactor del diario “El Orden”. En un escrito que publicó veinte años más tarde en “Caras y Caretas”, recordó la impresión que le causó nuestra Casa Histórica. En esa época, estaba recubierta -desde 1904- por un templete o pabellón muy ornamentado.
Fue a visitarla un día domingo, con unos amigos. Tuvo una curiosa impresión. “¿Era efectivamente en esa especie de palacete moderno, de arquitectura confusa, en que deliberaron los representantes, en que se labró el acta inmortal y se anunció a los pueblos la aparición de un pueblo nuevo? No: ese palacete no era más que un cobertizo”, escribe.
Entró al templete y halló que adentro estaba “la reducida sala en que transcurrieron las reuniones que definieron a la nación. Confieso que en el primer momento no tuve la impresión que esperaba”. Vio retratos de próceres, el texto del acta, viejas sillas.
En el ambiente austero y nada burocrático del Salón de la Jura, pudo comprender “el espíritu simple, llano, profundo, de aquellos hombres sin pompa y sin teatro, en quienes reconocemos a los fundadores del país. Eran como esa casa, sobrios y sólidos, honestos y claros”.
Y cada vez que se acordaba, decía, de su época en Tucumán, evocaba la Casa de la Independencia. “Ya no se me aparece diminuta y opaca, sino transfigurada por la memoria, agrandada por el recuerdo enternecido; se me aparece, no como una choza escondida en un palacete, sino como un viejo altar que se conserva en un templo barroco”.