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LA MONEDA. Piezas de plata que circulaban en Tucumán a fines del siglo XVIII y comienzos del siguiente LA GACETA / ARCHIVO

Se la consideró en “cabildo abierto”.


La inseguridad no es cosa nueva, ni mucho menos. Hace tres siglos y medio, exactamente el 8 de julio de 1766, el Cabildo convocó a un “cabildo abierto” en San Miguel de Tucumán. Ante el vecindario, los alcaldes destacaron la preocupación de la ciudad, por los muchos delitos “que se cometen en ella sin que por parte de la Justicia se pueda conseguir la captura de los delincuentes que con tanta osadía los cometen”. A su juicio, el problema estribaba en la dificultad de lograr “el auxilio que se necesita, a tiempo oportuno”.

Como ejemplo del auge del delito, se expuso que últimamente había que poner custodia hasta “para mandar lavar ropa al río”. Los asaltos a las tiendas por hombres armados que se alzaban con la mercadería y se iban “amagando y amenazando”, eran cosa de todos los días.

Como el Cabildo no tenía presupuesto para afrontar el grave panorama, se proponía plantearlo ante el gobernador, el virrey, la Audiencia y el Consejo de Indias. Los vecinos asistentes al “cabildo abierto” dieron toda la razón a los alcaldes.

Se acordó entonces que “para el más pronto remedio”, se procediera “a levantar seis hombres en forma de tropa arreglada, que se mantengan y estén formando cuerpo de guardia” en el Cabildo, de modo de hallarse “prontos a todos los llamamientos de justicia y auxilio a sus ejecuciones”, así como para “la guardia y custodia de la ciudad”. Cada vecino contribuiría para el sueldo de esa fuerza -que sería el “ordinario que se paga en los Presidios”- hasta que se recibiera respuesta de las autoridades superiores.