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BUSTO DEL OBISPO COLOMBRES. Lleva la placa en latín donde Padilla no quiso que figurase su nombre como autor de la restauración de la casa. LA GACETA / ARCHIVO

Ernesto Padilla y la leyenda de una placa.


El ilustre gobernador Ernesto Padilla (1873-1951) no quería poner su nombre en las placas de las obras que inauguraba. Era un rasgo de modestia y de virtud republicana. En su biografía, obra de Guillermo Furlong, consta un revelador episodio al respecto. En 1916, los actos del Centenario, presididos por Padilla, se iniciaron con la inauguración de la casa restaurada del obispo José Eusebio Colombres, y se descubrió, al frente, un busto del prelado.

Al pie de ese bronce, se puso una placa. Su elegante leyenda en latín, con las clásicas abreviaturas, decía: “Joseph Eus. Colombres/ Ep. Elect./ Sacerdos virtute refulgens. / Patriae providens/ Adjuravit libertatem./ Pro populo dilecto suo/ Opulentam produxit copiam/ Ex gleba per cannas/ Dulcissimum succum/ Primo Exprimente./ Prov. Tucum. Dedicavit/ A.D. MCMVI”. Traducido aproximadamente, dice: “José Eus. Colombres/ Ob. Elect./ Sacerdote resplandeciente por su virtud./ Mirando por la Patria/ Juró su libertad./ Para su querido pueblo/ Opulenta riqueza trajo/ De la tierra por las cañas/ Cuyo dulcísimo jugo/ Fue el primero que exprimió./ Prov. Tucum. le dedica/ Año del Señor 1916”.

La leyenda original -compuesta por los latinistas Clemente Onelli y Furlong- tenía además una línea que decía “E. Padilla consule”, esto es “E. Padilla gobernador”. En carta a Onelli del 17 de noviembre de 1915, Padilla dispuso: “Suprimo ‘E.Padilla consule’, porque entiendo que es una irreverencia poner el nombre del postrero que levanta el monumento al lado del que lo merece. Es como decirle ‘igualá y largá’. Hagamos una ligera referencia al año centenario de la declaración que el Obispo juró y quedemos en la multitud que acude al homenaje. Que esto sea definitivo”.