Un alerta sobre el monocultivo, en 1884.
Una de las más antiguas publicaciones descriptivas de nuestra provincia, es el “Almanaque Guía de Tucumán para 1884”, editado por Robert Hat. Cuando existía la biblioteca Alberdi, solía tener esta joya bibliográfica en sus anaqueles. Aparte del material informativo, ilustraban la guía varios dibujos a pluma, de edificios y retratos de autoridades.
Contenía también colaboraciones firmadas. Entre ellas, una del distinguido periodista y literato Pedro Márquez (1862-1902), tiene párrafos interesantes. Ya en esa época tan lejana, Márquez advertía los peligros del monocultivo azucarero. Estaba de acuerdo con que “la caña de azúcar representa al presente, para Tucumán, la industria más consistente y práctica de su vida económica”. Pero, advertía, “se nos ocurre una duda, y es sí será del todo sensato este desenfrenado entusiasmo por la caña de azúcar: no sabemos si ello originará el parcial aniquilamiento de otros factores de utilidad, ni si será con grave detrimento de otra multitud de agentes de riqueza que podrían aprovecharse igualmente y que, a causa del extraordinario influjo de aquella, yacen medios muertos u olvidados”.
Añadía: “En la economía bien entendida, creemos que hay principios de aplicación universal, y a los cuales deben ajustarse los interesados en el progreso evidente y sólido de los pueblos. Es indudable que la observancia de ellos pudiera traer perjuicios locales y que alteraría el interés particular; pero no es menos cierto que la conveniencia general destruiría el daño de pocos”. A su criterio, “una sola industria, en un pueblo que posee muchas, no debe tomar un desarrollo de semejante magnitud, porque sofoca las otras con su febril incremento”. Y se convierte así en “una destructora del progreso múltiple, en sentido de las múltiples vías abiertas al adelanto, de las cuales algunas, a no dudarlo, envuelven también principios del progreso artístico y científico”.