
“Depurador de los románticos”, para Ghiano
El destacado crítico argentino Juan Carlos Ghiano dedicó varios trabajos a analizar la prosa del prócer tucumano Nicolás Avellaneda. Este incluyó, en el primer y único tomo que vio editado de sus obras, las páginas tituladas “El Padre Mamerto Esquiú”, que había redactado en 1883.
Ghiano comenta que “los escritos de Avellaneda se caracterizan regularmente por lo acertado de la composición y por la sobriedad de los recursos retóricos”: una nota por cierto “extraña en quien fue conocido habitualmente como orador”. Tras analizar el texto en detalle, Ghiano comenta que, como en otras de sus semblanzas (las dedicadas a Vélez Sarsfield, a Agüero, a Chassaing) en la de Esquíú, ocurre que “Avellaneda se detiene en el retrato moral del personaje invocado, buscando ofrecer un arquetipo a sus compatriotas. La formación romántica de Avellaneda, tan reconocible en sus impresiones sobre poemas, se atempera en sus evocaciones de personajes argentinos: muy particularmente lo último que salió de su pluma, el ensayo sobre Rivadavia”.
En la semblanza del padre Esquiú, “se reconoce un estilo nuevo en la literatura argentina de fines del siglo XIX: una escritura cuidadosa del ritmo preciso de cada frase y de la suma de las mismas en los núcleos explicativos. Lector consecuente de Sainte Beuve, Avellaneda adaptó a sus circunstancias históricas una concepción de la prosa artística, advertible en todos sus escritos; inclusive en los de economía, que él manifestaba haber revisado reiteradamente, en busca de la exigible precisión que apoyase sus conclusiones”. Termina Ghiano expresando que “con tales criterios, se sitúa en el cierre literario de nuestro siglo XIX, no como un precursor de los modernistas, sino como un depurador de los románticos; por ello menos colorido, pero no menos matizado”.