
La demolición de la Casa Histórica en 1903.
Es sabido que, en nuestra Casa Histórica, se conserva desde 2007 –facilitada en “comodato” por el Museo de Luján- una de las puertas que pertenecieron al edificio original. La historia respectiva está contada por el escritor tucumano Pablo Rojas Paz en “La puerta salvada”, nota que apareció con su firma en “La Prensa”, en 1948.
Narra que, cuando en 1903 empezó a demolerse la Casa (para dejar en pie sólo el Salón de la Jura, recubierto por un templete), el coleccionista sanjuanino Agustín Victorio Gnecco encargó a su comprovinciano Rómulo Rivero, residente en Tucumán y empleado del Correo, que salvase algún elemento para su colección.
Después de no pocos problemas, Rivero logró comprar la puerta de la antesala, que “es exactamente igual a la de la Sala de la Jura”, según avisó a Gnecco. La operación se formalizó ante un juez de Paz, con testigos y con la declaración de que el adquirente iba a “guardar con veneración esta reliquia”. Gnecco le pidió, además, “cuanto dato, croquis, plano o fotografía pudiera obtener para reforzar la probanza de la autenticidad de la pieza”.
El último problema fue el envío. El ferrocarril exigió a Rivero el previo pago del flete. “Temían que nadie retirara la carga una vez llegada a destino: la cosa, según ellos, valía menos que el flete”. Hubo que garantizar tanto ese pago como el retiro en destino. “Nadie en el ferrocarril creía que alguien podía tener interés en un leño viejo”, comenta Rojas Paz.
Finalmente, la puerta llegó a manos de Gnecco. Se incorporó a su valiosa colección privada, que luego fue adquirida por la Nación para el Museo de Luján.