Medida que era frecuente en el siglo XIX.
La intangibilidad del sueldo de los empleados públicos es una conquista que data de bien avanzado el siglo XX. Antes, el Estado actuaba de otra manera. En la crisis de 1876, por ejemplo, la presidencia del doctor Nicolás Avellaneda resolvió (de acuerdo a la ley del Congreso del 6 de junio) una quita mensual del 15 por ciento, sobre todo pago en concepto de sueldos, pensiones y jubilaciones, que excediera de 10 pesos.
Años atrás, el 21 de febrero de 1842, época de Juan Manuel de Rosas, el ministro de Gobierno de Tucumán, doctor Adeodato de Gondra, giraba una orden al Tesorero General de la Provincia, el luego coronel Crisóstomo Villar.
Empezaba diciendo que el Gobierno se hallaba “en urgentes necesidades a las que es indispensable proveer”, y que en la actualidad, el erario carecía “de sus entradas ordinarias, tanto por el lastimoso estado de la Provincia, cuanto por la paralización del comercio con las provincias del Sur”.
Y por todo esto, había determinado ordenar al Tesorero que “hasta segunda orden, abone a todos la mitad del sueldo que les está asignado”. Añadía: “El Gobierno espera del patriotismo de los señores empleados que, penetrándose de los graves riesgos que lo han obligado a dictar esta medida, contra sus bien manifestados deseos, se resignarán a hacer este sacrificio en favor de la Provincia”.
Por cierto que a nadie se le ocurrió quejarse. La medida entraba dentro de las “facultades extraordinarias” con las que el gobernador Celedonio Gutiérrez se hallaba investido por la Sala de Representantes.