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LA PLAZA URQUIZA. Vista del oeste de la plaza Urquiza a fines del siglo XIX. El costado norte del paseo enfrentaba la vieja Cárcel Penitenciaria, demolida en 1950. LA GACETA / ARCHIVO

Los juicios críticos de un abogado.


El doctor Juan Manuel Terán, en la “Memoria histórica y descriptiva de la provincia de Tucumán” (1882) dedicaba críticos párrafos al sistema carcelario local, que juzgaba urgente reformar.

Decía que en Tucumán “nuestras cárceles y prisiones sólo tienen de tales el nombre. No hay en ellas régimen alguno, ni podría haberlo, por falta de edificios propios y adecuados; y la falta de departamentos separados hace que todos los presos se encuentren juntos: el criminal habitual al lado del joven, el alevoso al lado del que tal vez pecó por ignorancia, y el ladrón condenado al lado del enjuiciado solamente”.

A su criterio, otro defecto grave era que se hacía trabajar a los presos en las obras públicas. Esto no solamente facilitaba las fugas, sino que acarreaba “la desmoralización del soldado que los custodia”, para quien el penado es una pésima compañía.

Consideraba que todo esto no era culpa de los gobiernos, sino algo debido “al estado económico de la provincia, que no cuenta con fondos bastantes para introducir una reforma radical en el sistema actual”. El cambio era una necesidad sobre las que todos estaban de acuerdo. En nota al pie de página, se congratulaba de que la Legislatura hubiera dictado, hacía muy poco, una ley autorizando al Poder Ejecutivo la adquisición de “dos cuadras de terreno para cárceles”.

Pensaba que eso marcará “una era de progreso positivo, de un adelanto moral, armónico con el material e intelectual que hemos alcanzado, después de tantos sufrimientos y decepciones”.