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DIEGO DE VILLARROEL. A los conquistadores se los representó siempre sin gesto paternal y con aire desafiante, ya que fundaban con la espada. LA GACETA / ARCHIVO.

DIEGO DE VILLARROEL. A los conquistadores se los representó siempre sin gesto paternal y con aire desafiante, ya que fundaban con la espada. LA GACETA / ARCHIVO.


La ciudad europea nació de la familia y de la agricultura, en tierras fértiles. En cambio, la ciudad americana nació de la espada: “fue un fortín, un recurso militar”, algo creado “por el decreto de un capitán”, expresaba Juan B. Terán en “El nacimiento de la América Española”.

A su juicio, nuestras ciudades eran parecidas a las que fundaron los cruzados en Oriente. Un “signo impresionante del objetivo provisional que alentó a la ciudad española de América”, se percibía en que ellas carecen tanto del recuerdo de su fundador, como de leyendas –al estilo de la loba de Roma, por ejemplo- que decoren sus cunas.

En América, observaba Terán, saber el nombre de un fundador es cosa de erudición histórica. No está en la memoria popular. Para ella, la historia comienza en la guerra de la Independencia. Además, no se representa al fundador con gesto paternal, sino desafiante. Funda con la espada.

La ciudad europea crece como un organismo, de adentro hacia afuera, mientras la americana lo hace como mecanismo, de afuera hacia adentro. Por eso no arraiga y cambia de sitio como un campamento. Son ciudades que “se pueblan, se despueblan, mueren sin dejar huellas”.

Después de la conquista, esa ciudad pervive solamente si se la puede adaptar a un nuevo destino, agrícola o comercial. Si no, muere. Si se ha adaptado, se convierte en algo distinto: ya es “hija del campo”. Así pasó con San Miguel de Tucumán, que vivió 120 años y luego fue abandonada. “Era la ciudad fortín, hija del Pacífico que terminaba su obra, pues dominada la región circundante, pudo trasladarse a un lugar más indefenso, pero buscando una suerte menos marcial: estar a la vera del camino que comunicaba Buenos Aires con Lima. Era ya una ciudad hija del Atlántico”.