Advertencias durante la década de 1880
El doctor Víctor Bruland (1817-1895), célebre médico francés radicado en Tucumán desde 1845 hasta su muerte, publicó numerosos artículos sobre higiene, dirigidos a los habitantes de nuestra provincia. Los mismos – que aparecieron a comienzos de los años 1880 en el periódico local “El Constitucional”- son también reveladores de las costumbres de la época.
Por ejemplo, recomendaba a las madres vigilar la comida que las empleadas domésticas suministraban a los chicos. La cocinera “no cree poder darle mayor prueba de cariño, que llenarlo de todo lo que ella come”, advertía. “No debéis, pues, permitir que vuestro hijo se separe de vosotras, y su alimentación será de cosas en relación con las pocas fuerzas de sus órganos de digestión”. En consecuencia, “nada de chancherías, de empanadas, de ensalada, de sardinas, de choclos, de porotos y otras cosas de difícil digestión”.
Recomendaba que “dejen, por Dios, de dar de comer a seres que no tienen suficiente dentadura y suficiente entendimiento para triturar vuestros malditos bizcochos”. No debía darse jamás de beber al niño agua de pozo. Esta “contiene sales dañosas, además de poder contener principios envenenadores por su proximidad a las letrinas y resumideros, tan frecuentes en Tucumán”.
Faltaban varios años para que la ciudad tuviera agua corriente. Encarecía que “vuestros hijos tomen agua de aljibe, hasta que la rica agua del cerro venga a desalterar al pobre a la par del rico, con el establecimiento de fuentes en nuestras calles, como nos han dicho quienes tienen empeño de ver esa gran mejora”.